EL ESTRÉS
El
estrés, es denominado la enfermedad del siglo XXI. El hombre se siente
avasallado por la velocidad del avance tecnológico y de la ola del
conocimiento. Aunado a esto, se presentan cuadros climáticos alarmantes,
desequilibrios ecológicos y problemas para la subsistencia de la familia.
Ante
todo este cuadro, aparecen en el hombre sentimientos de ansiedad, nerviosismo,
preocupación por tener que asumir la responsabilidad de conducir su vida en un
contexto social adverso. Toda esta situación hace que el hombre genere estrés
en su mente.
La
ciencia ha demostrado que existe una relación entre el estrés y las varias
enfermedades. Por ejemplo, el doctor Bruce Mc Ewen, de la Universidad de Yale,
en sus estudios sostiene que el stress produce “la alteración de la función
inmunológica hasta el punto de acelerar la metástasis del cáncer; y el aumento
de la vulnerabilidad a infecciones virales como la gripe, la ulceración del
aparato gastrointestinal, un desgarramiento del sistema nervioso y del sistema
cardiovascular, etc.” Es a consecuencia del elevado costo de la salud, como
consecuencia del estrés, que últimamente están proliferando técnicas de
relajación que disminuyen la aparición del estrés.
Pero
tenemos que observar con claridad, que el estrés es producido por un
pensamiento negativo. Por lo tanto, son nuestros pensamientos los que nos
producen el estrés y no son los problemas, pues existen personas que pese a
tener un sin fin de problemas permanecen
tranquilos, serenos y poseen una visión diferente del mundo.
Por
lo general, las personas que sufren estrés tienen su mente llena de
pensamientos como “el éxito se mide por el dinero y por lo que acumulas”. Pero
como dice la palabra de Dios, el enfrentamiento de las dificultades requiere
del encuentro con Dios: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. (Mateo, 11, 28-30).
Por
ello, como solución al estrés, nerviosismo, ansiedad, la preocupación ante los
problemas de la vida, planteamos el crecimiento espiritual progresivo, que
empieza por tener pensamientos positivos y empezar con la lectura de la Biblia cada día. De esta manera,
empezaremos a liberarnos de este flagelo.
No
te sientas bien porque el mundo vaya bien, sino que tu mundo debe ir bien
porque tú te sientes bien, que es lo que realmente importa.
En
una persona positiva, con pensamientos positivos, no se conoce el estrés porque
no existe el pensamiento que convoque a la duda frente a lo que queremos ser.
Por otro lado, la persona que lleva una vida digna, con valores y principios
cristianos, es más segura de sí misma y posee fortaleza espiritual; tiene fe en
sí mismo y en Dios; y, ante las inevitables adversidades y problemas de la
vida, tiene su fe, en Dios: “Un escudo y armadura que lo protege”.
En
la actual coyuntura mundial, donde los valores han sido trastocados y dejados
de lado, hay pérdida de fe y mucha corrupción. Una persona que se dice un buen
cristiano y desea evitar caer en estrés, debe leer y practicar lo que nos
dice el Nuevo Testamento, en Efesios,
capítulo 6, versículos del 11 al 18, (Armadura de Dios). Y así obtendrá la
protección de nuestro Creador.