martes, 14 de febrero de 2017

LA IRA

LA EMOCIÓN MÁS NOCIVA PARA LA SALUD FÍSICA Y MENTAL
LA IRA

Según el Diccionario de la Lengua Española, ira significa: “La pasión que mueve a indignación y enojo, deseo, venganza”. Desde el punto de vista emocional, es una “agitación y trastorno de la mente que nos lleva a un estado mental vehemente y excitado”. Dentro de la familia de la ira se encuentra la cólera, la violencia, la furia, el resentimiento, la irritabilidad, la hostilidad, el fastidio, el ultraje, etc.
Recientes estudios médicos demuestran que esta emoción es la que más daño causa a una persona. La razón es que actúa negativamente sobre un órgano interno fundamental para la vida humana como es el corazón. Incluso, se ha demostrado científicamente que si una persona sufre del corazón y tiene la tendencia a estar furioso, si persevera en ello, duplica el riesgo de una muerte por paro cardiaco.
En nuestra vida diaria, muchas veces se nos presentan circunstancias que nos causan ira. Y estas circunstancias, injustas hacia nuestras personas, nos llevan a estallar en una emoción incontrolable.
El doctor Zillman, quien ha realizado varios estudios sobre la ira, sostiene que esta es una emoción creciente que subsigue a una sucesión de provocaciones; cada una de ellas dispara una reacción excitante que se va disipando poco a poco.
Asimismo, siempre según el doctor Zillman, cada pensamiento de ira o cólera que tengamos dispara más la ira y esta se va desarrollando en nuestra mente como una reacción en cadena que la va incrementando como una bola de nieve. En ese sentido, nos aconseja, como una fórmula para parar la ira, el atacar los pensamientos que la disparan, de tal manera que, mediante pensamientos positivos, puedas llegar a frenarla.
Hay que tener siempre presente que un mal manejo de la ira nos puede meter en grandes problemas (un accidente automovilístico, la ruptura de relaciones con un amigo e inclusive puede llegar a producir un infarto). Por tal razón, es necesario tomar conciencia de que hay que tener respeto a la ira, para así poder buscar diversas maneras de neutralizarla. La conveniencia de tener conciencia de la participación de la ira en nuestras vidas, cuando esta comienza a producirse, nos permite tener la habilidad para regularla desde sus inicios en nuestras mentes.
El doctor Maier, a su turno, señala que debemos ser personas concientes de nuestros humores, desde el momento en que los tenemos; asimismo de que somos capaces de superar el mal humor de manera inmediata. Si  llegamos a manejar la ira, ello nos permitirá ser personas equilibradas, independientes, poseer una buena salud psicológica, auto controlarnos, conocer nuestros límites. Todo ello nos hará ser totalmente distintos a aquellas personas en las cuales impera el mal humor. Ya que no pueden controlar su vida emocional, son inestables y volubles.
Pero existe un rasgo constitutivo de la ira del que pocos son concientes. La ira, según Wayne Dyer, “es una emoción inmovilizante en general y proviene del deseo de que el mundo y la gente sean diferentes”. Asimismo, señala que la ira es una elección y un hábito; una reacción aprendida ante la frustración, a resultas de la cual te comportas como preferirías no hacerlo. Es así como, cada vez que tenemos una ira profunda, perdemos el control de nuestras emociones y caemos en una locura temporal.
Como la ira es resultado de nuestros pensamientos, tenemos que evitar pensamientos que la impulsen. Hay que aprender a pensar de una manera diferente. Así por ejemplo, si en mi vida no salen bien las cosas como yo las había planificado, no consigo empleo y estoy buscando y no lo hallo, debo empezar a cultivar en mi mente pensamientos nuevos y positivos para evitar tener un estallido de ira y lamentarlo.
Una de las opciones saludables y positivas para enfrentar la ira es a través del poder sanador de la fe. Así, por ejemplo, si me considero víctima de alguna injusticia o vulgarmente hablando me “han jugado sucio” y ello me llena de odio, venganza y de resentimiento, en la palabra de Dios encontramos confortamiento: “No os venguéis vosotros mismos amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está, mía es la venganza, yo pagaré dice el Señor”. (Rom 12, 19). Igualmente en Romanos 12, 21, nos señala: “Y no seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”.
Es evidente que la palabra de Dios es consoladora, pero para que ella obre se requiere tener fe.
En el Antiguo Testamento, el profeta Jeremías dice: “Yo Jehová que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras”. (Jer. 17, 10). De allí podremos comprobar que los sentimientos de odio y venganza no son los correctos para el ser humano y menos para un ser cristiano.
Wayne Dyer, ya antes citado, nos aconseja algunas técnicas para no caer en la ira. La clave es pensar de forma diferente para no crear la furia dentro de nosotros.

De todo lo antes mencionado, podemos observar que en nuestra mente existen dos lobos: uno lleno de ira, odio, deseo de venganza; y otro lleno de amor, bondad, comprensión. Ganará el que más lo hayamos hecho crecer en nuestro interior, por  intermedio de pensamientos positivos o negativos.